sábado, febrero 25, 2006

Salto privado desde una nube pública

Esperaré un cuadro sano
que hable cuando me pierda
es decir
atrapar los besos leves
y dejarlos lacerados
en el sobre de tus pleonasmos
quiero ser plasticina
y repartir dulces en la nieve
sin que nada me duela
que solo rebote el corazón
en el fondo de este temor
quiero al perro que habla
hermosamente fileteado
sobre la cabeza del filósofo

Roberto Matta, litografía quijotesca en Valparaíso


"Necesitamos paredes como sábanas mojadas que se deforman y envuelven nuestros temores psicológicos." R.Matta



Ansioso de encontrarme con el vigor inquietante de las pinturas del gran Roberto Matta, esta vez con una muestra de litografías conmemorativas al Quijote de la Mancha, bautizada como Don Qui, me trasladé a Valparaíso, precisamente al Centro Cultural de Valparaíso dependiente del Ministerio de Cultura, ubicado actualmente en el ex-Correos de Chile.
Con un viaje lleno de expectativas y mar, con un sol nácar acariciando la vetusta bahía que parecía corretear las casas hasta la cima de los cerros, experimenté un anhelo desbordante de algo que indefectiblemente terminaría alimentando ese lado de espaldasombra que me vive, mi aspecto oculto de corazón con grandes alas.
Descendí a la catacumba con el sexto sentido prendido y de pronto me vi abordado por un sinfín de tintes gravitando como un alud de batallas, donde un abanico de aventuras psicológicas e hidalgos imaginarios templaron mi velocidad ocular, para proyectar mi alma como esponja sobre los emotivos lienzos que me daban la bienvenida.
Me dediqué a digerir con mis insuficientes ojos -un par más no hubiese sido malo- y mis cubiertos(cuchillo, tenedor y un platito) el fulgor de un equino con ataque de risa, mientras un molino de reojo se desvanecía en mi fango. Un menú de opulento valor pictórico e ideario que lentamente saboreé y tragué. Sensaciones iban y venían, llovían armaduras pesadas y una dulcinea, todo como vientos que dejaban pasar un recuerdo en bruto, un estremecimiento. Cada cuadro era una experiencia en sí misma, cargada de un estilo propio y vital.
Nada parecía agotarse, ni la contemplación, ni el color, ni la rata, ni el gran Matta...